domingo, 5 de septiembre de 2010

Efectos de la exposicion al sol

Postrado en una silla durante varias horas al día uno reflexiona desde los principios de la metafísica hasta el milagro que supone el crecimiento celular en las pequeñas hojas que conforman el césped. He conocido gentes de todas índoles, calidades, ahorros y con todo tipo de distrofias y complejos que obligados por el calor y la inexistencia o incompetencia de sus equipos de aire acuden a la piscina a mostrar sus vergüenzas. Todas comunes y cotidianas, todas únicas e irrepetibles. Al igual que se dice que las mascotas se parecen a sus dueños, los hijos presentan increíbles parecidos a sus progenitores, no físicos que es evidente por el parentesco (siempre y cuando no haya habido usurpación del lecho o el término “in vitro” haya estado presente en el embarazo; hoy en día muy posible) sino de actitud, en estos años he visto como se forma un matón de instituto desde la más temprana edad siendo adiestrado por su padre, la manera en la que un enano copia la forma de andar del macho alpha y coloca sus manos en la espalda para pasear por la orilla. Desde perfectos nadadores, hasta ancianos y niños que no han conseguido mantenerse a flote nunca y se mantienen en la zona que menos cubre ocupando toda la atención, la piscina es el reflejo de la sociedad, de su entorno.
En un mundo loco donde existen malos tratos, antisemitismo, leyes antibotellón, límites de velocidad en 120km/h con coches que alcanzan 250 y alguien como Chavez puede ser presidente, hace falta tener una mirada de corto alcance, lasciva a los problemas, imaginativa, que decore la realidad, para no caer en el más absoluto de los delirios; y es que tengo la sensación de andar por ahí con ojos de escepticismo constante, todo es posible en una sociedad loca pero por desgracia tienen mayor propensión a suceder las desgracias que a cumplirse los sueños que hasta el más humilde tiene. 

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